Reina Valera Gómez 1Y Jesús se fue al monte de los Olivos.
2Y por la mañana vino otra vez al templo, y todo el pueblo vino a Él; y sentándose, les enseñaba.
3Entonces los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer tomada en adulterio; y poniéndola en medio,
4le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el acto mismo de adulterio;
5y en la ley Moisés nos mandó apedrear a las tales: ¿Tú, pues, qué dices?
6Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo, como si no les oyera.
7Y como persistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en arrojar la piedra contra ella.
8Y volviéndose a inclinar hacia el suelo, escribía en tierra.
9Y oyéndolo ellos, redargüidos por su conciencia, salieron uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
10Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
11Y ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. 12Y otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida. 13Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. 14Jesús respondió y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. 15Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie. 16Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre que me envió. 17También está escrito en vuestra ley que el testimonio de dos hombres es verdadero. 18Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y el Padre que me envió da testimonio de mí. 19Entonces le dijeron: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocéis, ni a mi Padre; si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais. 20Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Yo me voy, y me buscaréis, y en vuestro pecado moriréis; a donde yo voy, vosotros no podéis venir. 22Decían entonces los judíos: ¿Se ha de matar a sí mismo, pues dice: A donde yo voy, vosotros no podéis venir? 23Y les dijo: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. 24Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis. 25Entonces le dijeron: ¿Tú quién eres? Y Jesús les dijo: El mismo que os he dicho desde el principio. 26Muchas cosas tengo que decir y juzgar de vosotros; pero el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de Él, esto hablo al mundo. 27Mas no entendieron que les hablaba del Padre. 28Entonces Jesús les dijo: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces entenderéis que yo soy, y que nada hago de mí mismo; sino que como mi Padre me enseñó, así hablo estas cosas. 29Y el que me envió, está conmigo; no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada. 30Hablando Él estas cosas, muchos creyeron en Él. 31Entonces dijo Jesús a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; 32y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 33Le respondieron: Simiente de Abraham somos, y jamás fuimos esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? 34Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo: Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. 35Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el Hijo sí permanece para siempre. 36Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. 37Sé que sois simiente de Abraham, mas procuráis matarme, porque mi palabra no tiene cabida en vosotros. 38Yo hablo lo que he visto cerca de mi Padre; y vosotros hacéis lo que habéis visto cerca de vuestro padre. 39Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. Jesús les dijo: Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. 40Mas ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; Abraham no hizo esto. 41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Le dijeron entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un Padre tenemos, que es Dios. 42Jesús entonces les dijo: Si Dios fuese vuestro Padre, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que Él me envió. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer; él ha sido homicida desde el principio, y no permaneció en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira. 45Y porque yo os digo la verdad, no me creéis. 46¿Quién de vosotros me redarguye de pecado? Y si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? 47El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por eso no las oís vosotros, porque no sois de Dios. 48Respondieron entonces los judíos, y le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y que tienes demonio? 49Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis. 50Y yo no busco mi gloria, hay quien la busca, y juzga. 51De cierto, de cierto os digo, si alguno guarda mi palabra, jamás verá muerte. 52Entonces los judíos le dijeron: Ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas; y tú dices: El que guarda mi palabra, jamás probará muerte. 53¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? También los profetas murieron. ¿Quién te haces a ti mismo? 54Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria nada es; mi Padre es el que me glorifica; el que vosotros decís que es vuestro Dios. 55Y vosotros no le conocéis; pero yo le conozco; y si dijere que no le conozco, sería mentiroso como vosotros, pero yo le conozco, y guardo su palabra. 56Abraham vuestro padre se regocijó de ver mi día; y lo vio, y se gozó. 57Le dijeron entonces los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. 59Entonces tomaron piedras para arrojárselas; pero Jesús se encubrió, y salió del templo atravesando por en medio de ellos, y así pasó. |