Reina Valera Gómez 1Pero ahora se ríen de mí los más jóvenes que yo; a cuyos padres yo desdeñara poner con los perros de mi ganado. 2¿Y de qué me serviría la fuerza de sus manos, si el vigor de ellos ha perecido? 3Por causa de la pobreza y del hambre andaban solos; huían a la soledad, a lugar tenebroso, asolado y desierto. 4Recogían malvas entre los arbustos, y raíces de enebro para calentarse. 5Eran arrojados de entre las gentes, les gritaban como tras el ladrón. 6Habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las rocas. 7Bramaban entre las matas, y se reunían debajo de los espinos. 8Hijos de viles, y hombres sin nombre, más bajos que la misma tierra. 9Y ahora yo soy su canción, y he venido a ser su refrán. 10Me abominan, se alejan de mí, y aun de mi rostro no detuvieron su saliva. 11Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió, por eso se desenfrenaron delante de mi rostro. 12A la mano derecha se levantaron los jóvenes; Empujaron mis pies, y prepararon contra mí los caminos de su destrucción. 13Mi senda desbarataron, se aprovecharon de mi quebrantamiento, contra los cuales no hubo ayudador. 14Vinieron como por portillo ancho, en mi calamidad, se volvieron contra mí. 15Terrores se han vuelto sobre mí; combatieron como viento mi alma, y mi prosperidad pasó como nube 16Y ahora mi alma está derramada en mí; días de aflicción se han apoderado de mí. 17De noche taladra sobre mí mis huesos, y los que me roen no reposan. 18Con grande fuerza es desfigurada mi vestidura; me ciñe como el cuello de mi túnica. 19Me derribó en el lodo, y soy semejante al polvo y a la ceniza. 20Clamo a ti, y no me oyes; me presento, y no me atiendes. 21Te has vuelto cruel para mí; con el poder de tu mano me persigues. 22Me levantaste, me hiciste cabalgar sobre el viento, y disolviste mi sustancia. 23Pues yo sé que me llevarás a la muerte; y a la casa determinada a todo viviente. 24Sin embargo Él no extenderá su mano contra el sepulcro; ¿Clamarán los sepultados cuando Él los quebrante? 25¿No lloré yo al afligido? ¿No se entristeció mi alma sobre el menesteroso? 26Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y cuando esperaba luz, la oscuridad vino. 27Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido. 28Denegrido ando, y no por el sol; me he levantado en la congregación y he clamado. 29He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos. 30Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor. 31Y se ha vuelto mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores. |