Reina Valera Gómez 1Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo, nuestra esperanza, 2a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor. 3Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando partí para Macedonia, para que exhortases a algunos que no enseñen diferente doctrina, 4ni presten atención a fábulas y genealogías sin término, que acarrean disputas en vez de edificación de Dios que es en la fe; así te encargo ahora. 5Pues el fin del mandamiento es el amor de corazón puro, y de buena conciencia, y de fe no fingida, 6de lo cual desviándose algunos, se apartaron a vanas palabrerías; 7queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan, ni lo que afirman. 8Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente; 9sabiendo esto, que la ley no es puesta para el justo, sino para los injustos y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los malos y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, 10para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cualquier otra cosa que sea contraria a la sana doctrina; 11según el glorioso evangelio del Dios bendito, que a mí me ha sido encomendado. 12Y doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor; porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio; 13habiendo yo sido antes blasfemo, y perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. 14Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús. 15Palabra fiel y digna de ser recibida por todos; que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16Mas por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero, toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en Él para vida eterna. 17Por tanto, al Rey eterno, inmortal, invisible, al único sabio Dios, sea honor y gloria por siempre jamás. Amén 18Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las pasadas profecías acerca de ti, milites por ellas la buena milicia; 19reteniendo la fe y buena conciencia, la cual desechando algunos, naufragaron en cuanto a la fe. 20De los cuales son Himeneo y Alejandro, los cuales entregué a Satanás, para que aprendan a no blasfemar. |